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2 de abril de 2020

Fito Páez y la cuarentena: "Por primera vez adhiero a algo que es políticamente correcto"

Con un gran disco editado precisamente al inicio de la cuarentena por el Covid-19, el rosarino asegura desde su búnker que nada está perdido y que aún tiene mucha obra por ofrecer Fuente: RollingStone - Crédito: Roger Kisby

La redención es importante, siempre hay una segunda oportunidad, un renacer, un resucitar. Eso está en mí y lo quiero transmitir. Es una opción que hay que aprovechar. Porque muchas personas no tienen esa posibilidad, entonces si uno la tiene hay que aprovecharla, porque es hermosa. No todo está perdido, sería el mensaje. De esa redención hablo en el disco". ¿Y vos cuántas veces te moriste ya? Ja, ja, muchas. "A mi propio entierro fui solo y llorando. Hice un nudo del pañuelo, pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando". ¡María Elena Walsh! Es un texto muy hermoso. Y de eso se trata. De sentirlo y transmitirlo. El amor después del amor también tenía que ver con eso. Te diría que casi todo lo que he hecho está ligado a la idea de una redención, de la posibilidad de una salvación... en vida, por supuesto. Para la eternidad ya tendremos tiempo. Ahora, después de tantos tropezones en la vida, de tantos inconvenientes que hay aquí y allá, lo que queremos es ver si podemos retomar el camino y volver a sentir lo hermoso que es estar en este mundo. Fito Páez murió y resucitó muchas veces. Murió aquel mediodía del 7 de noviembre de 1986, cuando asesinaron a su abuela y a su tía abuela en Rosario, mientras él acariciaba el cielo con las manos en Rio de Janeiro, disfrutando de la popularidad que allí le había dado un tal Caetano Veloso al grabar la versión en portugués de su "Rumba del piano". Murió también aquel día de 1990 en el que, cansado de tener un cajón de manzanas como mesita de luz y sin dinero para pagar el alquiler del departamento, dijo públicamente que se iba del país, que no aguantaba más. Hubo un Fito que murió en 1992, después de grabar El amor después del amor , el disco más vendido en la historia del rock argentino. Y también uno que murió de amor verdadero, una y otra vez. "Y entonces empezamos a nacer otra vez, otra vez y otra vez. La vida es un mar de sombras y luces y aparecen las señales del amor que te hacen resucitar", canta Páez en uno de los temas de su nuevo álbum, La conquista del espacio , un disco que se acomoda con elegancia entre lo más inspirado de su abultada discografía. A los 57 años, Páez ha vuelto a resucitar. En más de un sentido. Porque en ese estadio se lo ha visto en los últimos años, enfocado y convencido de que lo suyo es hacer obra y qué importa el qué dirán, sea componiendo canciones, escribiendo novelas, filmando películas, cantando junto a Santiago Motorizado, Lali Espósito o Hernán "Mala Fama" Coronel, grabando en plan biográfico una serie de charlas con Charly García, revisitando sin nostalgia parte de su legado musical, debutando con brillo propio en el festival folclórico de Cosquín o conquistando a toda una nueva generación de fans en el Lollapalooza. "El concepto del arte de tapa del disco va por ahí. La máquina de escribir es la máquina de producir. Hacer obra, estudiar, generar, de eso se trata. La obra no se instala solo con las revoluciones políticas, la obra amerita una trascendencia en el estudio, en la aplicación espiritual a todo eso. Porque podés tener muchos postulados, pero si no tenés obra, no tenés nada. La obra que acompaña a la vida política, que es lo que nos interesa a todas las personas del mundo, es todo. Vos sos tu obra, tu política es tu obra y eso es muy importante", dirá Páez para completar el cuadro, en una entrevista única por varios motivos. Pero vayamos desde el principio. Domingo 15 de marzo de 2020 ."Durante los próximos quince días las fronteras argentinas estarán cerradas... No se van a poder desarrollar ningún tipo de espectáculos que signifiquen un nucleamiento importante de gente... Vamos a disminuir el tránsito en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires... Tenemos que luchar contra la pandemia y contra la psicosis, pero si respetamos las instrucciones, los riesgos se van a minimizar... Las reglas de la cuarentena deben ser cumplidas al pie de la letra...". Esta es la situación. El Presidente, Alberto Fernández, acaba de anunciar las medidas para combatir el coronavirus en el país y mientras responde preguntas de periodistas, un escalofrío recorre mi cuerpo, imaginando lo que vendrá. No se trata de un pensamiento apocalíptico sino de una deformación profesional: para mañana, lunes, luego de seis meses de idas, venidas, suspensiones y postergaciones, había logrado coordinar un encuentro cara a cara con Páez para que le dé a Rolling Stone la primera entrevista a un medio gráfico argentino en casi siete años. Una eternidad teniendo en cuenta la influencia de este artista en la música popular durante las últimas tres décadas. El mail no tarda en llegar: "Seba, qué desastreeeeeeeee. Hablé con Fito después del discurso y me pide hacerlo por videollamada", me escribe su amiga y jefa de prensa Jorgela Argañaras. Hace tiempo que Páez parece haber decidido bajarse del ring ("ir a un reportaje es como ir a una pelea de box: tenés que entrenarte, tenés que tener información del rival, estudiar al enemigo, tener estrategias", dijo veinticinco años atrás, durante una entrevista con Enrique Symns) y esta nota definitivamente es una excepción que ha dado luego de años de silencio. Al menos para los medios argentinos (en estos años Fito sí dio notas promocionales para revistas peruanas, españolas e inclusive norteamericanas). "Estuvo callado y le fue rebien. No quiere hablar mucho y es mejor dejarlo así", había confesado meses atrás alguien de su entorno. Pero lo cierto es que, más allá de estrategias, Páez insiste en que lo suyo es hacer obra ("si me quieren encontrar, no tienen más que escuchar los discos, leer las novelas o ver las películas que hice. No hay mucho más que eso", dirá) y que las polémicas en torno a sus dichos, por lo general políticamente incorrectos, a veces pueden opacar su arte. Como probablemente lo haya hecho aquella editorial de 2011 en la que, abriendo su corazón de manera pasional, había asegurado que le daba asco la mitad de Buenos Aires por haber apoyado a Mauricio Macri en la elección para gobernador de la ciudad. "Hace unos años que estoy retirado de este juego", dice Fito Páez desde la pantalla del celular ni bien comienza una videollamada que se extenderá por dos horas, tan despeinado y locuaz como siempre, con una remera amarilla de lo más informal y la ventana del estudio de su casa como fondo luminoso. "Estoy muy abocado a lo que hago y eso me lleva mucho tiempo. Por lo general, en los medios lo que veo es gente hablando sin saber o muy alta charlatanería. Digamos entonces que me clavé en la puerta de mi casa hace muchos años, ateniéndome al dicho: zapatero a tus zapatos. No quiero hablar mal de los espacios en donde decidí no participar, pero hoy no es lo mío". La voz llega entrecortada y todo remite un poco a Futurama , en línea con la reciente resurrección de Soda Stereo con Gustavo Cerati cantando desde una pantalla gigante y el holograma del Indio Solari en el último concierto de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Páez ríe cuando se lo comento. "No vi lo de Solari, pero hace un año fui a un concierto que hizo el hijo de Frank Zappa con el padre tocando en holograma. Me pareció fantástico, sonaba muy bien, y al mismo tiempo fue una sensación muy extraña", cuenta. Entonces Fito se excusa por el cambio de planes, pero sostiene con firmeza que lo que se planteó desde el Gobierno acerca de la circulación de personas está protegiendo vidas. "Creo que por primera vez adhiero a algo políticamente correcto", dice y vuelve a lanzar una de esas carcajadas histriónicas tan Páez. "Igual, después están las conspiranoias, que en este caso aplican. Quiero decir: puede haber mentes macabras atrás de todo esto, intentando un reseteo mundial, porque hay muchas crisis en todo el mundo, como la financiera. Se parece mucho a la crisis de 2009. Pero bueno, por el momento lo más importante es protegerse. Después lo otro ya será algo de alta política o de alta siniestralidad... Creo que hasta Maquiavelo se hubiera impactado con todo esto". Hablando de Solari, unos años atrás me dijo que siempre escribía sobre lo mismo: el amor, la muerte y la traición. Casualmente, tres tópicos muy vinculados a la redención, que bien podrían ser los temas centrales de tus canciones. A ver, no sé si de una forma tan ampulosa. Uno se la pasa escribiendo, porque en definitiva se necesita ejercitar el músculo. Lo que pasa es que en vez de ejercitar el músculo de manera física, uno tiene que observar la situación, escribir, vivir, estar en otras situaciones que no son las de confort. Si bien yo no soy de los que piensan que tenés que vivir en Madrid para hablar de Madrid, ya tenemos el caso de Agustín Lara que escribió aquella canción maravillosa sin pisar Madrid. La imaginación sí cuenta en este caso. Aunque también es importante vivir situaciones a las que uno no está acostumbrado. Eso es lo que hace al ejercicio muscular y de espíritu. El tema es que en ese ejercicio de escribir, uno no sabe bien de qué va escribiendo. Siempre en una película tiene que haber situaciones de conflicto para que avance y para que te interese. Lo mismo para un texto o una canción, aunque el álbum tenga una situación más liviana. La canción no sé si permite asesinatos o relatos tan tortuosos. En fin... nunca pienso qué escribo, me divierto mucho generando traiciones, hablando sobre lo que pienso que es el amor, dejando también la cámara abierta para que cada uno vea dónde pone su foco. Siempre es estimulante eso. Aunque no es sencillo escribir un cuentito cronológico, eso también tiene sus dificultades. Podés leer Dailan Kifki, de María Elena Walsh, con el mismo placer con que podés ver Inland Empire , de David Lynch, con un relato deconstruido y delirante. En los dos se nota una búsqueda de algo hermoso. Entonces, es cierto aquello de que hay tres o cuatro temas: el amor, la muerte, la traición. Pero creo que hay algunos más y que, por otro lado, son bastante divertidos. En la última década se te vio en plan revisionista, repasando discos enteros de tu repertorio como Del 63, El amor después del amor, Ey! ¿Cómo se sintió volver a esas canciones? Me sentí bien. Me propuse agarrar material de hace treinta años y ver quién era y en muchos casos eran músicas que no tocaba hacía muchos años. En el colectivo que fue la banda o las personas que armamos estos proyectos, nos sentimos muy felices. Me parece que son obras que conviven entre sí porque uno no puede dejar de ser quien es y, en todo caso, a lo que nos remite es a una nobleza y a una manera que vive contigo. Esto no quiere decir que no me interesen el estudio o cambiar las instrumentaciones en algunos casos o, como ahora, que estoy haciendo dos álbumes instrumentales para orquesta. Todas son experiencias que te enriquecen. Lo otro sería achancharse, pero no es mi caso. ¿Volviste a esos discos como una suerte de refugio? No, refugio no. No me gustan los refugios al menos que haya una tormenta enorme. Y en realidad me gustan más las tormentas. Prefiero estar afuera, como Félix Ure (el protagonista de su novela La puta diabla ). Me pareció que era hermoso, que era una aventura volver a ver ese material y que no había motivo para no hacerlo. Te diría que forma parte del divertimento musical, como tocar una pieza de Schumann, algo que sé desde hace treinta años, y después tocar con Gandini esos experimentos que hacíamos con la obra de John Cage. La música es un lenguaje tan hermoso y tan divertido. Es algo lúdico. Tengo la suerte, sí, tampoco me voy a hacer el pavote, de poder darme caprichos grandes. "¿Dónde querés grabar?". Bueno, quiero grabar en los estudios Capitol, muchachos, ja, ja... Algo que no había hecho nunca. Pero llego a ese lugar, y eso lo podés hablar con mis colaboradores, igual que entro a la sala de ensayo aquí en Chacarita. (la nota completa la encontrás en https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/fito-paez-cuarentena-por-primera-vez-adhiero-nid2349616 )

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